EL TLACUACHE PELON O ZORRILLO COME NIÑOS.
Cuentan las leyendas coleas que del cerro del gato bajaba un tlacuache
sin pelos, pero muy agresivo, más bien parecido a un zorrillo come gallinas, se
venía a las calles del barrio de Guadalupe por los solares hasta llegar a la
esquina con la avenida Cristóbal Colon, allí se aparecía. En ocasiones lo
encontraban en la que hoy es María Adelina Flores y otras veces en la calle
Francisco I. Madero, por el hospital de Caridad o sea de las Madres.
Este animalito les hablaba a los señores que iban solos y borrachos,
diciéndoles que les daría mucho dinero si le daban uno de sus hijitos,
mostrándoles unas monedas de oro, algunos señores les preguntaba: ¿Dónde los
vas a llevar? ¿Para que los quieres?
- No los voy a llevar, solamente me
lo traen para que yo los vea y nasa más.
- Muchos señores cayeron en esa tranza, a la siguiente noche llevaban
sus hijitos que los conociera el zorrillo, en ese momento les entregaba 5 mil
pesos de aquel tiempo.
Los señores regresaban a sus casas con sus hijos, ¿pero qué sucedía con
ellos? Ya solo vivían un mes y medio y morían. El zorrillo llegaba a las casas
de los niños que ya le correspondían, en las noches oscuras para jugar con
ellos a modo que fueran enfermando con los pelos del zorrillo. Esto no sucedía
a menudo para que la gente no sospechara, uno o dos niños por año se llevaba,
pero el salía todas la noches a las calles del barrio para molestar a la gente
que estuviera en la calle, más de las doce de la noche.
Se lanzaba detrás de las personas, las hacia perder el equilibrio por el
golpe que les daba con las cuatro patas. Tenían que correr de lo contrario los
seguía golpeando. En una ocasión don Pablo Emilio Cordero se encontró con el
zorro pelón y le dijo:
-
Pablo dame uno de tus hijitos, te voy a dar mucho
dinero.
-
No pelón, no te doy ninguno.
-
Dame uno y llévate esta bolsa llena de monedas de oro, solo lo voy a ver y lo
regresas a tu casa.
-
Bueno, mañana en la noche te lo traigo, pero el oro
tú me lo llevas a mi casa.
-
Si Pablo, te lo llevo, pero hasta que me cumplas
-
Don Pablo Emilio al llegar a su casa hablo con su
mujer diciéndole lo que se proponía.
-
Rápido contesto la señora: ninguno de mis queridos
hijitos estas llevando a presentarle a ese zorrillo pelón, apestoso.
Don Pablo Emilio quedo mal con la cita, no fue, así paso mucho tiempo,
pero una noche de tantas se encontraron cerca de la plazuela. El tlacuache come
niños, fue corriendo alcanzar a Don Pablo y sin más le empezó a golpear,
convirtiéndose en el tamaño de un perro policía y a tan tos golpes lo dejo
tirado sin poder levantarse durante la noche, al siguiente día lo encontraron
sus familiares, con las costillas fracturadas, lo llevaron cagando a su casa, a
los diez días murió don Emilio Cordero.
Con este suceso se indignaron algunos vecinos del barrio y lo fueron a
buscar a la siguiente noche por todas las calles donde lo veían andar, hasta
que lo encontraron por el hospital de Caridad, le dieron de palos hasta
matarlo, allí quedo tirado. A las cuatro de la mañana se paró y tomo rumbo al
sur para no volver nunca más.
Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.
Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.
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