LA ISHCAL
En una de tantas revueltas que tuvo el estado de Chiapas,
cuentan que los soldados de un bando llamados Los Verdaderos Zorros que
luchaban por la libertad de los oprimidos, se guarecieron en unos galerones que
existían en terrenos de este barrio, tardando allí una semana. Durante ese
tiempo, algunos soldados que estaban de parranda, se encontraron con una
achishelti, o sea una mujer joven y se la llevaron al monte a violarla,
regresándola a la noche siguiente, la infeliz mujer se puso muy triste, ya no comía
ni le encontraba gracia a la vida, por más que sus padres le decían que le
buscarían un hombre blanco para su marido, ella nunca lo creyó jurando vengarse
de lo que le habían hecho.
Como al año de lo sucedido enfermo
de gravedad y en la fecha que la llevaron al monte ella murió. Su alma se fue a
buscar a los que le habían maltratado, los encontró en un poblado de Tacana,
allí se cobró completamente la cuenta pendiente, diario aparecía un guerrillero
muerto, hasta dejar liquidados a todos los malvados. Regreso su alma a
ocultarse en el follaje de los grandes cipreses que estaban frente a la iglesia
y a un lado.
Dicen que cuando pasaban por allí
un borracho pensando en cosas malas se les aparecía el ischcal y se los llevaba
al monte, así como ella la habían llevado y al regresar solos iban a quedar
muertos junto a algún ciprés de la plazuela. Al siguiente día los familiares
encontraban los cadáveres, pero en ellos había algo raro, parecían estar
chupados de la garganta y otros les encontraban agujeritos en las mejillas.
Todos muy pálidos como si hubieran muerto de anemia.
Contó Don Mariano López Díaz, que cuando su abuelo tenía 16 años de
edad, en una ocasión se le apareció la ishcal, tuvo miedo, salió corriendo pero
ella rápido lo alcanzo abrazándolo e invitándolo a ir al monte con ella, lo que
no acepto, el joven al otro día conto con sus amigos lo que le paso la noche anterior, también con sus papas. Los
que le dijeron que había hecho muy bien porque a esta hora ya estuviera muerto.
Sí, es cierto, ella me lo dijo cuándo me negué a ir al monte, debo vengarme de
los hombres porque son malos, mal haya, se murieran todos, que me lo pagaran
completo.
Así se supo que era la mujer
ishcal la que mataba a los hombres del barrio de San Diego, después de haber
encontrado tantos muertos junto a los cipreses. Esta alma se retiró de este
lugar cuando algunos de los vecinos del barrio se reunieron para hacer oración
en la plazuela del templo, pidiéndole a Dios que la ishcal se fuera a otro
lugar. Cuentan que así fue, la ishcal se fue a las montañas de la Selva
Lacandona y que aun allí se encuentra todavía.
Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.
Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.
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