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Leyenda de Santa Lucia

LA RANA BONDADOSA.


Cuenta una crónica  sancrsitobalense que en este hermoso valle de Jovel, existió una gran rana embrujada que hacía temblar la tierra donde ella croaba, por lo que todos le temían y salían corriendo cuando lo veían, pero esta rana no se aparecía en cualquier barrio de la ciudad, únicamente en las calles del barrio de Santa Lucia. Se podía aparecer desde las seis de la tarde hasta las siete de la mañana, no tenía horas fijas ni calles preferidas para presentarse a las personas.
En las noches de luna llena de la estación de verano se la pasaba croando y brincando cuadras y más cuadras, donde ella pasaba despertaba todos los familiares durmientes.
No la mataban porque no podían, varias veces intentaron darle muerte, pero los garrotazos pegaban en el suelo, cuando era tiempo de lluvia les salpicaba el agua y el lodo en la ropa y en la cara, de repente hasta en los ojos les entraba. Esta hermosa rana de cincuenta centímetros de altura por un metro, diez centímetros de cuerpo sin contar lo largo de las piernas, se veía asombrosa, como todos decían no era una rana cualquiera, además de las grandes bondades que tenía y nadie lo había descubierto, hasta que un señor borracho se paró frente a ella y le dijo: Rana bondadosa ¿Dime que virtudes tienes tú?
-  La rana contesto: el que me pide cosas buenas, ¡cosas  buenas le doy!
- Entonces rana bendita, haz que no vuelva a tomar, por mi pobre familia que sufre mucho con mi vicio.
Desde entonces don Demetrio Mazariegos Alcázar, no volvió nunca más a tomar, con este caso se dieron cuenta que la rana bondadosa no solo era su nombre sino también sus acciones. Dijeron los del barrio ¡Para nosotros es un consuelo! Desde entonces empezaron a pedirle que los curara de sus males, que regresaran sus familiares ausentes o no les hiciera falta la comida del día.
Las personas agradecidas de los favores recibidos, por las noches les ponían comida en las puertas de sus casas, en trastos limpios algunos le dejaban: pan, chocolate, carne salada asada, otros le ponían comidas sin faltar las tortillas. La rana les iba a dejar toda esa comida a las familias que no tenían que comer. Una triste noche de verano paso croando por todas las calles del barrio. Algunas personas presintieron algo malo, pero de la rana bondadosa fue su despedida. Mucha gente del barrio lloro al saber que la rana no volvería… y no volvió nunca más.  

Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.


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