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Leyenda de San Antonio

LA TRENZUDA.




La trenzuda era un animal con cara de mujer y cuerpo de pantera, tenía una trenza, dicen los que la vieron y vivieron el momento tan desagradable, que se presentaba con los hombres jóvenes o potentes, se les acercaba poco a poco hasta empezarse a restregar en las piernas de ellos, les lamia las manos y si les daban confianza se paraba de manos y les besaba la cara y si podían hasta la boca. Después jalándolos de las ropas con la boca los quería llevar a los lugares más obscuros y silencios. De la misma manera lo hacía con las mujeres jóvenes, si por casualidad encontraba algunas de ellas en las calles y a deshoras de la noche. La trenzuda no causaba mal a las personas ancianas ni a los niños y niñas menores de los quince años, pero solo al encontrar este animal de los espíritus del infierno los espantaba y del susto segurito que les daba tres día de fiebre.
Como el poblado era tan pequeño, no la veían muy seguido y con tantas noches de lluvia que cae en esa época no salía nadie de su casa ni para hacer algunos mandados de urgencia, hasta que pasaba esta temporada y la luna daba su claridad a las noches. Cuentan que una vez se le asomo la trenzuda a un señor tomador, llamado Pablo Solórzano, como de treinta y seis años de edad, le hablo diciendo: hace mucho tiempo que aquí en este lugar te he estado esperando y no podía encontrarte mi amor.
-Soy una mujer que nunca me dejaron casar mis padres, es por eso que aquí estoy sufriendo sola y no he encontrado quien me ame, ni hombre ni mujer alguno, pero tu si me amaras ¿verdad Pablito?
-Si eres mujer, si te amare.
-¡Bueno Pablo! Te esperare quince o dieciséis años para que estemos juntos.
Celebro su triunfo la pantera, con velas negras y de cebo, quemando doce velas cada noche, seis negras y seis de cebo por doce noches ininterrumpidas y después espero dieciséis años, en la puerta donde ella vivió con sus padres. A don Pablo Solórzano. Muchos que conocieron a don Pablo afirman que murió como a la edad de cincuenta y dos años. Si por coincidencia, en estos tiempos hubiera o hubiere existido alguna persona con este nombre o parecido, no es, porque esta leyenda data de mediados del siglo diez y nueve o sea 1850.


Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.

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