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Leyenda de Las Garitas

LA CUÑADA MULA.


El señor Salvador Gómez Chebcheb nativo del paraje de Agua Pajarito, del municipio de Chamula, este señor era reconocido en todos los parajes porque hacia las cosas derechas, en una ocasión encontró a su cuñada en el monte acompañada, y acostada bajo un árbol de ocote con u   hombre del paraje de Romerillo, el salió corriendo y se perdió entre los árboles. Salvador conocedor de poderes sobrenaturales, convirtió a su cuñada en u a mula, a su hermano Manuel no le dijo nada, Manuel al ver que no regresaba su mujer empezó a preguntar por ella, nadie le dio razón. Se encontró con su hermano Salvador y le pregunto si no había visto a su mujer, él le dijo que no sabía nada, ni la había visto.
Salvador empezó a trabajar  con la mula, traía y llevaba carga, no la dejaba solo para que no se fuera huir. La mula era muy entendida, todo obedecía cuando  le hablaba en tzotzil. Una vez trajo de su hortaliza a vender dos redes de repollos en su mula a Las Garitas, le compraron, no le pagaron completa su mercancía, le falto el valor de 18 repollos, de esto se dio cuenta hasta que llego a su casa. Esa misma noche regreso montado en su mula a Las Garitas y ordeno al animal que hiciera pedazos la casa del comerciante tramposo.
Así fue, a patadas destruyo puertas y parte de las tablas que servían de pared, toda la familia ya no pudo dormir es noche, al siguiente día mandaron a componer puertas y paredes.
Los vecinos que se dieron cuenta le dijeron:
-¿Por qué no mato usted, la mula?
De allí en adelante, todas las noches de los viernes, pasaba “la mula cuñada” a patear las puertas a las once, o sea las 23:00 horas, haciéndolas pedazos. No a todas las casas las destruía, solamente a las que sus dueños habían engañado a los vendedores. A las pocas semanas de haber empezado a cobrarse cuentas “la mula cuñada”, todos los habitantes de Las Garitas estaban temerosos, en algunas casas todos los viernes las pasaba a patear, debido que siempre hacían lo mismo de no pagar completo lo que compraban, además, a precios tan bajos.
Los niños salían corriendo solo que oían decir, ¡allí vine la mula!
Muchos de los comerciantes decidieron regresar a sus antiguas posadas, solo iban por las mañanas a comprar. La cuñada mula nunca hizo  por huir del poder de Salvador, sabiendo que con el tenia seguro su maíz que Salvador le daba diariamente. Salvador la dejo libre, ya no la tenía amarrada. Así fue, sola venía a Las Garitas todos los viernes a cobrarse cuentas. En una ocasión los garitenses la esperaron para darle una paliza hasta matarla, pero la mula cuñada se dio cuenta del peligro y regreso a su paraje. Todos dijeron que la mula era bruja, yéndose a dormir a la una de la madrugada.
A las 4:00 de la mañana de la misma noche la mula regreso a Las Garitas, cuando estaban bien dormidos, hizo pedazos las casas, al levantarse como a las 6:00 de la mañana, se encontraron destrozos que les había causado la cuñada mula.
Esto siguió igual por mucho tiempo.
En otra ocasión un señor borracho se peleó con otro de su misma palomilla, fue a sacar su escopeta y se sentó en una piedra a esperar a su contrario para matarlo. La mula había llegado hasta la Iglesia de Guadalupe, estaba de regreso después  de haberse cobrado cuentas. El borracho al oír pasos, disparo su escopeta, hiriendo a la mula en el pecho. Oyó un grito de mujer, corrió a ver que sucedía, se encontró con la gran sorpresa que era una mujer chamula la que había llevado el balazo.
En ese momento hasta la borrachera se le fue.
Él se escondió varios días y a escopeta la mando a tirar lejos de su casa en una sima muy profunda. María Gómez Chintuli’, la que era esposa de Manuel Gómez Chebcheb apareció muerta en Las Garitas un día lluvioso. Alguien de los habitantes de Agua pajarito llego con la noticia que la mujer desaparecida estaba muerta de un balazo de retrocarga. Salvador y Manuel fueron a levantar al cadáver y la sepultaron en su paraje. Los habitantes de Las Garitas desde ese entonces quedaron haciendo de las suyas.

Referencia: M. en C. Rafael Narvaez Lievano.

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